El mar infinito
En la proa de una embarcación
picuda y afilada, con el casco recubierto de escamas moradas; está Hyoung tiene los rasgados ojos negros clavados en el
pequeño muelle de atraque en una pareja
de mujeres que están esperando a que les tiren una cuerda para poder amarrar la
nave.
Después de atar y dejar
sujeto el barco, uno de los marineros tiende una pequeña e inestable pasarela
por la que desciende la tripulación.
En primer lugar va
Hyoung, el maestro de comercio, un hombre de baja estatura y dos líneas que
forman unos ojos desafiantes, tiene la piel oscura y con aspecto correoso, tras
él van cuatro hombres, dos de ellos portan un par de sables de exquisita
elaboración y hojas brillantes y pulidas, hombreras echas con el caparazón de
algún animal marino y unas pesadas capas del mismo material que recubre el casco
del barco. El resto llevan entre los dos, un arcón sujeto por dos barras de
madera que apoyan sobre sus hombros.
-¿Cómo ha ido el viaje
Hyoung? ¿De dónde venís? Dice una de las chicas que se acerca a saludarle
dándole la mano con frialdad y ninguna cortesía.
-Muy bien. Ya sabes que
eso no puedo contestártelo, pero nosotros vivimos en el mar, así que la
respuesta carece de significado.
-Bueno, no vamos a tardar
mucho en llegar. ¿Tendrás ganas de acomodarte?
-En tierra no puedo estar
cómodo.
Un vehículo de madera y
algunas piezas de metal, espera haciendo un sonido rítmico de pequeñas
explosiones. Una conductora está sujetando las palancas que parecen de alguna
forma accionar el mecanismo que permite a la maquina moverse.
Se sientan en el interior
de un pequeño habitáculo con dos bancos que está sujeto a la parte trasera de
la máquina.
Después de un corto
trayecto cruzando unos jardines, llegan a una casa de varias plantas aún sin
terminar donde están marcando la piedra para crear formas geométricas. El grupo
deja el transporte atrás y se dirigen a la puerta del edificio.
Hay un grupo de Esker
mayores, esperando en una estancia decorada con madera tallada y una gran mesa
de mármol jade, los guardias corsarios entran y se quedan de pie al lado de la
puerta, mientras entran el pesado bulto que dejan en una esquina de la
estancia, luego los porteadores se marchan con las guías, finalmente solo
quedan el jefe de comercio y las ancianas del consejo.
-Espero que tengáis a la chica
en perfectas condiciones. Dice el comerciante.
-Por supuesto, no te
andas con rodeos, como de costumbre. Contesta la mujer que se sienta frente a
él.
-Quiero pasar el mínimo
tiempo indispensable entre vosotras. Bien, la última vez que hablamos me
hablasteis de ciertas necesidades en piedras de cobre. Conozco perfectamente la
dificultad que estáis teniendo para conseguir ciertos lujos de minería.
-Estás diciendo que no va
a ser un trato agradable. Murmura la que parece más anciana.
-¿Qué nos has traído
Hyoung? Dice una voz desde una esquina de la habitación, mientras trae una
bandeja con tazas de té
-Abrid el cofre y veréis
de que se trata.
-¡Aquí no hay ni la mitad
de lo que pedimos! ¿Qué quieres? ¿Te damos la mitad de la chica? Dice la mujer
que ha dejado la bandeja después de mirar el interior.
-No os preocupéis, el
resto será entregado cuando tengamos la carga asegurada en nuestra nave. Pero
no son las cantidades acordadas. Hemos llegado a reunir dos tercios de vuestras
peticiones.
-Antes no tenías
problemas para dejarnos satisfechas Hyoung.
-Antes no habíais
empezado esta extraña y salvaje política. Ahora los cazadores de Ptelorax atacan nuestras naves de comercio. Nunca los
habíamos visto cazar por el mar infinito. Apenas dejáis a las tribus recolectar
y empiezan a estar armados y organizados. Los hombres del norte ven mucho más
complicado robar a estas tribus y ahora vienen directamente a robarnos a
nosotros al mar. Lo que falta es responsabilidad vuestra.
-Tendrás que compensarnos
de alguna forma.
-Botellas de licor
Hardariano.
El comerciante se levanta
y abre un cajón en el que hay media docena de botellas azules decoradas con
hilo de un material plateado formando imágenes de animales marinos.
Después de una sesión de palabras
cruzadas en un ambiente enrarecido, la puerta se abre y entra una pequeña y
oscura jaula de barrotes anchos, dentro hay un cuerpo femenino parecido al de
una pantera, con los ojos desafiantes mirando fijamente a las mujeres sentadas
alrededor de la mesa, piensa y siente que son ratones y si en algún momento
tuviera una sola oportunidad de escapar no dejaría a ninguna con vida. Sería
rápido y no tendrían tiempo de respirar ni gritar antes de que les arrancara la
tráquea a todas y cada una de ellas. Las cazaría como pequeñas presas
asustadizas, viejas y acorraladas. Ahora solo tiene una opción, esperar.
Hyoung se acerca, inclina
el cuerpo hasta situar su cara frente a la de ella y le pregunta:
-¿Cómo te haces llamar
niña?
-No quiere hablar, se
llama Nahomi no se aún como piensas que te será de utilidad pero nosotras, la
verdad, es que preferimos tenerla lejos. Contesta una voz al fondo de la sala.
-Bien, no la quiero por
su voz. Llevadla al barco, y allí recogeréis el resto del cargamento.
Un grupo compuesto por
los hombres del mar, dos ancianas esker, una pareja de guardias de alto rango,
armadas con pistolas lanza estacas y otras dos reclutas de bajo rango que
llevan la jaula salen del gran edificio, pero esta vez por una puerta diferente
situada en la parte trasera oculta entre la maleza de un jardín mal cuidado.
Llegan al final del jardín
y encuentran tres bestias de carga, unos reptiles bípedos con la cabeza
recubierta con una capucha de cuero que cubre los ojos y las fauces, con correas que sirven para asegurar la
capucha y dirigir al animal, en el lomo llevan una pequeña silla de montar con
un par de salientes a cada lado. Tienen la cabeza bastante grande comparada con
el resto del cuerpo y miden como tres hombres.
Esperan tumbados a que el grupo llegue;
sujetan la jaula mediante cadenas a uno de ellos aprovechando los salientes en
cada lado de la silla de montar. Invitan al Maestro del Comercio a montar, que
reclina la invitación con un movimiento rápido de cabeza.
Después de varias horas,
el grupo llega al barco, dos corsarios entran y sacan otro arcón exactamente
igual que el ya entregado, después de ser revisado por las Esker de mayor rango
lo sujetan a uno de los Hardariano.
Hyoung acercándose a las
ancianas, hace un movimiento con la mano y dice:
-Bueno, está todo lo
acordado. La llave por favor. Mientras
dos corsarios se acercan a la jaula.
-¿Vas a soltarla? No
pensamos quedarnos aquí mientras lo haces. Te rogamos que no abras hasta que
hayamos desaparecido. Esta perra tiene ganas de arrancarnos la cabeza a
mordiscos.
-Así se hará. Como ya
sabéis en unos meses estoy de vuelta.
El grupo de Esker se va
alejando transformándose en pequeños puntos y desapareciendo tras la arboleda.
-Abrid la jaula. Que suba
al barco por su propio pie.
Después de abrir la
jaula, Nahomi sale erguida y orgullosa, por un momento piensa en huir y perseguir a
sus captoras, pero sabe que algunas guardias pueden estar ocultas cubriendo la
vuelta. Lleva los codos atados con una
correa aunque no tardaría mucho en romper las correas y liberarse.
La conducen hasta la
barca. Uno de los marineros suelta la cuerda que asegura la embarcación y se
tira al agua, nadando llega y sube sin ayuda. Puede ver como se aleja de la
costa. Nunca ha navegado, nunca ha estado encima de una embarcación como esta.
Parece grande y segura, está sentada mirando y al rato la perspectiva le
permite ver algunas edificaciones donde alguna vez vivió y que ha defendido
toda su vida. Le dan agua, le dan pescado salado, lleva días sin comer, tiene
un olor y una textura que le resultan desagradables pero tarda segundos en
devorarlo.
Hyoung se acerca a ella,
le suelta las correas. Y le dice:
-Date la vuelta creo que
esto puede impresionarte.
Gira y ve una gran
estructura, más grande que cualquiera que haya visto en tierra firme. Es mucho
más grande que el edificio principal de su ciudad. No puede contar los pisos
que tiene, pero estando aún lejos de ella ve otras barcas como la suya
alrededor, revolotear como abejas en una colmena.